Mezquinos intereses defendidos con increíble necedad, han prolongado el dilema-- ya discutido y definido en las Naciones Unidas y en la OEA como golpe de Estado--al no acatar las ordenes de dichos organismos y de una gran mayoría de naciones que se pronunciaron contra los golpistas; sin embargo estos, con burda astucia de niños caprichosos y chantajistas, han dejado transcurrir el tiempo utlizando ambiguos argumentos y posiciones inaceptables confiando que, con el transcurso de los días; las semanas y los meses, el asunto perderá importancia y, por cansancio, lograrán la aceptación final al régimen de facto impuesto por las armas.
Ante ese ofensivo desprecio a la inteligencia humana mostrado por caciques tercer mundistas, se justifica la opinión expresada por el Presidente Obama, que denomina el tratamiento del problema una "hipocresía política".
Las consecuencias de la rebeldía mostrada por Micheletti y su "gabinete", más la soberbia ultrajada de Zelaya, tienen un alto costo económico, pero un aún más alto costo domocrático; además, la insistencia de Zelaya de regresar a Honduras, demuestra su indiferencia por el costo en vidas humanas que esto provocaría.
Todo eso mantiene a la gente común y corriente perpleja. ¿ En quién podemos confiar? ¿A quién debemos creer? ¿Seguiremos siendo víctimas de hipócritas manipuladores de nuestros destinos?
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